sábado, 1 de agosto de 2015

crianza natural, una nueva religión


Como en todo y en todos, las diferentes ideas y aptitudes que aparecen en nuestro entorno son rápidamente integradas en el cotidiano devenir. Dentro de esta sopa vital va apareciendo con fuerza una nueva manera de gestar, alumbrar y criar a los hijos que, no solo se diferencia de los métodos hasta ahora practicados, sino que dentro de su filosofía se tiende a denigrar y devaluar a éstos.
solo hay que visitar Internet, teclear ciertas palabras relacionadas con el tema en cuestión y saldrán miles de enlaces a páginas web, vídeos, blog y demás parafernalia que maneja la industria tecnológica de nuestro tiempo. En lo esencial, nada habría que objetar, pues todo aquello que tienda ha mejorar nuestra pequeña existencia, habría que recibirlo como un regalo que sumase trocitos de felicidad al ordinario de la existencia...
Hasta aquí parece de lo más "normal". La cosa se complica un pelín cuando uno profundiza en esto de la crianza natural.
A mi parecer, como la mayoría de las cosas, tiene su luz y su sombra, sombra que intentaré describir en este artículo porque de la luz ya se encargan otros y otras.
Lo primero y resaltable es que dentro de esta corriente hay un credo incuestionable, credo que encabezan diosas y dioses, gurús de la doctrina en auge apabullante y, por supuesto, seguidores, cientos de seguidores que han vivido en propia carne, las bondades de esta mini revolución.
Es del todo habitual y entendible que cualquier modo o forma de vivir se perpetúe gracias a esta estructura que surge espontáneamente. 
Los que encabezan el movimiento, los pioneros en atravesar el inhóspito valle, crean el cuerpo teórico a los que le seguirán adeptos, fieles continuadores que interpretarán las enseñanzas a su manera y necesidad, llevando el legado hasta sus últimas consecuencias, re interpretando las lecturas obligatorias y, en fin, proyectando sobre sus inspiradores el amor del niño hacia sus padres. Apresados por este amor incondicional y con todos los medios a su alcance, intentarán que sus hijos nazcan en el ambiente que propicia la nueva razón: alejados de los hospitales y acompañados por personas (doulas) que, en algunos casos, carecen de formación suficiente para afrontar vicisitudes propias del nacimiento. He de puntualizar que otras tantas de estas doulas, si cuenta en su curriculum con formación y experiencia para acompañar y tomar las decisiones adecuadas ante cualquier dificultad que se pueda presentar en el proceso de alumbramiento.
Tras el nacimiento, viene la alimentación de la nueva vida y se imponen otras obligaciones, descritas con minucioso detalle, en la biblia de la crianza natural. Las madres, que por cualquier motivo, no son o no se sienten capaces de darles a sus hijos la leche materna, vivirán  sentimientos de decepción y culpa que se sumará al difícil proceso del puerperio.
la idea de no ser una buena madre, no ser adecuada por no poder cumplir con los preceptos que propugnan ciertos seguidores fundamentalistas, enviarán directamente a esas madres, incapaces de no llevar a cabo el ideal, a la delirante percepción de ser madres a medias. Madres rotas que albergarán una frustración difícil de conciliar con el amor filial.
Por otra parte, si el mundo del bebé sostiene una inmensa industria química, textil, alimentaria... No es menos verdad que. esta nueva dimensión llamada crianza natural, también comparte otros intereses económicos que, mentes preclaras, aprovechan para su beneficio personal, transformándose ésta en una nueva manera de captar a los que se sublevaban a la economía tradicional.
Crianza natural, alimentación ecológica, terapias alternativas, modelos educativos...y un sin fin de estos nuevos guiones de vida, comienzan a engrosar en sus filas cientos de personas que, huyendo del mundo actual de placeres centelleantes, desean reconciliarse con lo más natural que hay en ellos, y si esta es una loable situación, no es menos cierto que ese mundo, lleno de buenas intenciones, es un hervidero de vanidades y narcisismo.

Y es que no hay nada mejor que rescatar lo bueno de cada cosa que nos brinda la vida y, eso, es un arte que se aprende con el tiempo.







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estupendo, gracias.